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Vidas interrumpidas en Siria

Siria

Hace unos días, el blog de 20 Minutos Mas de la mitad nos acercó, a través de un honesto post de la responsable de campañas de Oxfam, Claire Seaward, a los sentimientos de algunas mujeres sirias refugiadas, y a su relato de una vida interrumpida, sin trabajo, sin hogar, sin expectativas, apenas sin esperanza para ellas y, sobre todo, para sus hij@s.

Desde que comenzó el conflicto, 1,8 millones de personas (más de la mitad mujeres y niñ@s) han tenido que abandonar Siria para encontrar seguridad en los países vecinos; y otros 4,25 millones de personas son desplazados internos, y se han visto obligados a huir de sus hogares para tratar de encontrar un lugar seguro para vivir.

Naciones Unidas ha confirmado que han muerto más de 100.000 personas desde que comenzó la guerra civil, en marzo de 2011, y estima que casi 8 millones de personas (en un país de 18 millones de habitantes) necesitan ayuda. En los países vecinos como Jordania, Líbano, Turquía o Irak, hay ya registrados más de 1,4 millones de refugiados sirios. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, no se ha visto un éxodo de refugiados a un ritmo tan alarmante desde el genocidio de Ruanda, hace casi veinte años. La población del Líbano se ha incrementado en un 10%, y la de Jordania en un 6%, y los países vecinos comienzan a estar al límite de su capacidad de acogida.

El drama de los refugiad@s, una de las caras menos visibles de la guerra, es el de una vida interrumpida sine die. Y sin embargo, su impacto colectivo sobre el presente y el futuro del país es enorme. Niños y niñas que han tenido que dejar su escuela, sus libros, sus aprendizajes, sus juegos. Como señala UNICEF, que cifra en 4 millones el número de niños y niñas afectados por  la violencia en el país, el conflicto sirio es una de las crisis más graves que afectan a la infancia en todo el mundo, poniendo en peligro a toda una generación.

La celebración de una Cumbre Internacional en Ginebra para que las partes en conflicto se sienten a negociar una salida política constituye el único camino posible para lograr el fin de la violencia en el país.  Mientras esa negociación no se produce, la dimensión del conflicto no deja de agravarse –con efectos e impactos de carácter regional-,  y el drama y la emergencia humanitarias se hacen insoportables, y cada día más difíciles de abordar.

La presión –en particular la de EEUU y Rusia, pero también de la Unión Europea- sobre las partes debe intensificarse, convirtiéndose en una auténtica prioridad para el conjunto de la comunidad internacional.  La capacidad de la sociedad civil para contribuir a esta negociación no es pequeña. No hay nada que ayude más a los gobiernos en su acción exterior que la demanda articulada de sus opiniones públicas.  Intermón Oxfam ha puesto en marcha una campaña para urgir a los Presidentes Obama y Putin a que pongan todo su empeño y esfuerzo diplomáticos en lograr esa negociación. Sumarse a ella es añadir voluntades en esa dirección.

Hay muchas vidas interrumpidas para las que ese camino es la única esperanza.

Inversiones positivas, empresas sostenibles

intermon oxfam

Intermon Oxfam ha vuelto a presentar uno de sus magníficos Informes, aportando, con su habitual rigor, información sustantiva, y propuestas concretas encaminadas a mejorar las actuaciones que analiza. Se trata, en esta ocasión, de un trabajo sobre la acción de las empresas españolas fuera de nuestras fronteras, y sus recomendaciones no sólo van dirigidas a las organizaciones empresariales, sino también al gobierno español y a la ciudadanía. El Informe “La empresa española y los derechos humanos. Claves para una internacionalización responsable” es francamente recomendable. Aporta valor a empresas, gobierno y ciudadan@s, y no podía ser más oportuno.

La Organización lo presentó el pasado 12 de junio, en un contexto, como el propio informe señala, en el que el peso de la internacionalización en la economía española alcanza ya el 42% del PIB. Un momento en el que el gobierno español está poniendo en marcha una estrategia para promover la Marca España como elemento que contribuya a superar la crisis económica. Un momento en el que la ciudadanía exige de sus empresas, y de los productos que comercializan, un compromiso ético.

Como señala el Informe, hay empresas que invierten de manera sostenible, con beneficio para las comunidades en las que operan, y otras cuya actuación vulnera los criterios éticos y de responsabilidad.

La sostenibilidad no es sólo un objetivo ético, que contribuye al desarrollo y al progreso de las personas en las que la actividad de las empresas tiene impacto. También debe serlo de negocio. Una inversión responsable mejora la valoración de la empresa, su reputación y, con ella, sus ventas. Una inversión transparente es una garantía para que l@s ciudadan@s sepan qué hay detrás de los productos que consumen. Una inversión positiva es un motor de cambio en las zonas  rurales. Una inversión responsable crea empleo de  calidad, acerca tecnología y conocimientos a zonas deprimidas, actúa como multiplicador en las economías locales y, en definitiva, contribuye a reducir la  pobreza.

Como bien señala el Informe, las empresas que inviertan con prácticas sostenibles y políticas de protección de los derechos humanos, serán las mejores embajadoras de la Marca España.  El gobierno español tiene una oportunidad única para, incorporando en su marco normativo las nuevas disposiciones dirigidas a las empresas que adoptará la UE en materia de derechos humanos, convertir estos principios en tarjeta de presentación de su política exterior, y en elemento esencial de la Marca España, como elemento diferenciador de las empresas españolas, como marca propia de nuestras empresas en el exterior. El gobierno dispone de un importante instrumento para alentar a las empresas españolas en esta dirección, a través del sustantivo paquete de créditos a la internacionalización, cifrado en 4.215 millones de euros para 2013.

El Informe de Intermón Oxfam no sugiere que las empresas se conviertan en entidades benéficas. Lo que afirma, con acierto, es que ser un buen negocio, y ser bueno para la sociedad no sólo no son incompatibles, sino que añaden valor al propio negocio, tanto en los intangibles como la reputación o la imagen de la empresa, como en la cuenta de resultados.  Negocio y compromiso social van ya unidos. Gestionar una crisis de reputación siempre es más costoso y difícil que aplicar criterios de sostenibilidad a la gestión empresarial.  Invertir bien es ético, es responsable, revierte en la reputación de la empresa, e incrementa el negocio. Y, además, contribuye a reducir la pobreza y la desigualdad. No se puede pedir más.

Un deseo para 2013

armas bajo control

Las cosas cambian cuando una mayoría social lo quiere, y actúa para que cambien. Y cuando un responsable político es capaz de recoger las demandas ciudadanas y traducirlas en cambios legales.

Mi deseo para el año próximo es que se logre, por fin, un Tratado sobre el Comercio de Armas Convencionales.

Aprobar el Tratado supondría contar con un instrumento jurídicamente vinculante para que los Estados adopten controles universales para las exportaciones e importaciones de armas. Un avance enorme para fortalecer los derechos humanos, el derecho internacional humanitario, y por tanto la paz y la seguridad.

El pasado mes de julio, Estados Unidos y Rusia, entre otros países, solicitaron más tiempo para aprobar el Tratado, lo que lo ha retrasado de nuevo. Pero, como señala Intermón Oxfam, se ha logrado ya un apoyo amplio para lograrlo, que ha ido creciendo en muchos países del mundo gracias a la movilización y a la acción ciudadanas.

Las negociaciones se reanudarán en marzo de 2013.

En estos días, la sociedad estadounidense, conmocionada por la reciente tragedia sucedida en Newtown -donde murieron asesinados veinte niños y niñas, y seis adultos- ha empezado a expresar la necesidad de “hacer algo para cambiar”, para que esta situación no vuelva a repetirse, para afrontar la violencia que, cada año, ejercen personas que, en virtud de la segunda enmienda constitucional, están en posesión de armas de fuego en el país.

En su discurso  tras la tragedia, el Presidente Barack Obama se comprometió a “utilizar todo el poder” presidencial para cambiar las cosas. «Estas tragedias deben terminar. Se nos dirá que las causas de esa violencia son complejas, y eso es cierto. Pero eso no puede ser una excusa para la inacción. Tenemos la obligación de intentarlo. ¿Estamos dispuestos a decir que la violencia que ataca a nuestros niños año tras año es el precio que pagamos por nuestra libertad?».

Este cambio es, sin duda, un profundo cambio cultural. Y como cualquier cambio de raíces culturales, tomará tiempo y determinación, y requerirá una sociedad movilizada que reclame a los liderazgos políticos cambios legislativos efectivos, programas de prevención y educación en las escuelas, en definitiva, una verdadera política integral contra la violencia.

El poderoso lobby de las armas, la Asociación Nacional del Rifle, se opondrá. Cualquier tramitación legislativa efectiva para imponer mayores controles requerirá un enorme esfuerzo. Como señala el New York Times en su editorial de hace un par de días, durante años se han presentado proyectos de ley de control de armas que han sido rechazados.

Pero ahora parece existir una nueva movilización ciudadana que puede cambiar las cosas. La firma, en apenas tres días, por parte de casi 160.000 personas, de una petición en la web de la Casa Blanca para que el presidente Barack Obama trabaje por un mayor control de la armas en el país es alentadora.

Junto a ese cambio esperanzador, sería deseable que Estados Unidos, en coherencia, cambiara también su posición en las negociaciones internacionales en marcha, contribuyendo a hacer posible la aprobación de un Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas. 

Ese Tratado es mi deseo para el 2013.