Deberes para la Comunidad Iberoamericana

El informe “Perspectivas económicas de América Latina 2013” que elaboran anualmente desde 2007 la OCDE y la CEPAL, y que se presenta en el marco de la Cumbre Iberoamericana, se ha centrado este año en el análisis de la situación de las pequeñas y medianas empresas en la región. El informe pone de manifiesto que, aunque las pymes representan un 99% del total de empresas y dan empleo a cerca del 67% de los trabajadores, su baja productividad determina una menor contribución al PIB. Además, solamente el 12% del crédito total en América Latina se destina a las pymes, en contraste con los países de la OCDE, donde éstas reciben el 25% del total. En la región latinoamericana, las pymes representan algo menos del 18% del comercio total (mientras en la UE alcanza el 54%, y en Asia llega al 48%).

El aumento de su competitividad, su apertura al exterior, y la potenciación de su capacidad innovadora se presentan como los factores determinantes para que adquieran el peso que debe corresponderles en la economía de la región. Mucho aún por hacer, incluyendo políticas públicas que los favorezcan.

Aunque la economía latinoamericana crezca a una media del 3%, el desequilibrio entre la situación de las pymes latinoamericanas y las españolas es aún grande, como lo es la distancia que nos separa en términos de riqueza, desigualdad y bienestar.

En la Cumbre de Cádiz se ha aprobado que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dedique 420 millones de dólares a las Pymes para facilitar el comercio exterior. También se ha acordado que CAF-Banco de Desarrollo Latinoamericano apoyará a las Pymes con una línea de crédito de entre 200 y 300 millones, a través del Instituto de Crédito Oficial, y ampliará hasta 1.000 millones de dólares las ayudas a la banca. Asimismo, un total de cuarenta instituciones del sector privado han suscrito un convenio marco para promover la creación de un Centro Iberoamericano de Arbitraje que dirima con rapidez las diferencias que surjan en el desarrollo de la actividad empresarial. Avances, sí, aunque modestos e insuficientes para beneficiar a las sociedades de ambos lados de la Comunidad Iberoamericana.

En Cádiz España ha pedido ayuda a América Latina, reconociendo las dificultades que atraviesa y las oportunidades que ofrece la región en este momento de profunda crisis económica en Europa. Sin embargo, si España quiere que América Latina sea, como lo ha sido en la década de los 90, una oportunidad para las empresas españolas tendría que, además de establecer una interlocución más equilibrada y simétrica -como la región demanda- ofrecer a cambio algo valioso en términos también económicos. Algo que América Latina necesita, y que demanda a menudo a Europa: la cooperación en materia de innovación, ciencia y tecnología, la transferencia tecnológica, haciendo de ella un eje central de la Asociación estratégica entre América Latina y Caribe y la Unión Europea (donde se encuentra el mayor número de patentes del mundo, frente a sólo 1.600 en la región latinoamericana). La lengua común, el español, ofrece una ventaja añadida para esta cooperación.

El intercambio económico es uno de los intereses que nos unen, pues forma parte del proyecto iberoamericano de generar bienestar y progreso en nuestras respectivas sociedades, a través de un crecimiento económico a ambos lados del Atlántico. Para que América Latina mejore su competitividad y su productividad -y disminuya la desigualdad -necesita ser más innovadora, y en eso Europa -y en particular España y Portugal- debe ser un verdadero socio estratégico.

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